Un Proyecto Creativo es algo más que un simple proyecto, entraña un reto, una forma diferente de ver y desarrollar una idea. Realmente es un desafío del que pocos pueden sustraerse. El producto final es sin duda el culmen de todo el proceso, pero el desarrollo, la cocina del proyecto, es el laboratorio de la creatividad. Donde nacen, crecen y se desarrollan las ideas.

Por este motivo vamos a entrar en esta «cocina» y ver cuales son los pasos fundamentales para desarrollar un proyecto creativo.

 

Preparación

No solo la producción de ideas entra en el ámbito de la creatividad, también los métodos con los que vamos a trabajar pueden ser creativos. Incluso el clima del lugar de trabajo o la sala de reuniones donde se produce la «tormenta de ideas» pueden ser creativo.

Hay muchos mitos entorno a la creatividad y uno de ellos que debes descartar es que la creatividad es patrimonio de los genios. Hay personas que son creativas y otras que se «vuelven creativas». Las investigaciones han demostrado que cada persona es capaz de desarrollar y desplegar su propia creatividad.

 

1. Seleccionar los ingredientes

Recopilar información, es quizás la fase más importante, pues tendrás la oportunidad de comprobar, sino lo has hecho ya, que cuando nuestro proyecto fracasa tienes que regresar a la casilla de salida, que es precisamente aquella donde recogistes las ideas base del proyecto. De modo que presta mucha atención en este punto y escribe todo lo que surja de esta primera reunión.

Te reúnes con el cliente, él comienza a esbozar el encargo, y antes de acabar ya tienes las primeras ideas en tu cabeza. Seguro que no solo una, sino muchas. Esto que te puede parecer fantástico a primera vista, es la causa de muchos de los problemas que van a surgir después.

Por un lado no estas recogiendo todas las especificaciones del encargo, lo que te puede costar tiempo y dinero. Te aconsejo que reprimas ese primer torrente de ideas en aras de cumular toda la información necesaria, lo más completa posible, sobre el encargo que te han hecho.

No te dejes llevar cuando el cliente te dice “deja volar tu imaginación”, esto puede ser una trampa al finalizar el proyecto, cuando te encuentras que no se ajusta a la idea que él traía.

Por lo tanto, concreta, recaba información, haz todas las preguntas que creas necesarias para hacerte con la idea, escríbelas y piensa la dirección que vas a tomar y que necesitas para llevarlas a acabo. Aun en caliente y después de haber tomado nota de todo lo que quiere, ofrécele, si lo crees necesario, algunas variaciones sobre el original. Esto te va a servir para ver su disposición a que desarrolles ideas que se aparte un poco de su concepto primero.

Por último guarda todas las notas, bocetos, esquemas, dibujos, ideas, comentarios, etc. de esta reunión. Te pueden ser de ayuda en momentos de duda o de toma de decisiones.

 

2. Deja reposar la masa

David Lynch, el famoso director de cine, decía que a menudo dedicaba una hora a asentarse en su sillón y a no hacer nada. De esta forma comenzaban a desfilar imágenes en su cabeza de escenas, secuencias, historias, etc… que le daban la base, el esquema y a veces el guión para su nuevo proyecto.

Una vez has recabado toda la información necesaria para el proyecto ahora toca dejar volar la imaginación, liberar las ideas. Necesitas dejar a un lado el estrés, el tiempo y crear un espacio propio donde las ideas se puedan manifestar.

Antes te hablaba de falsos mitos sobre la creatividad, aquí va otro: el caos creativo. Son muchos los autores, como Jose Antonio Marina, que desmitifican este proceso y hablan que son precisamente lo procesos de conocimiento, orden y disciplina la antesala de la condición creativa.

Sin embargo el margen de autonomía que uno se concede ejerce influencia sobre la actividad creativa. El miedo y la presión producen, en ocasiones, el bloqueo. Al contrario, cuando nos sentimos apoyados en nuestras dudas, uno se siente más predispuesto a asumir riesgo e ir más allá. Uno se atreve a buscar soluciones menos convencionales.

 

3. ¡ …lo tengo, lo tengo!

Seguro que lo has oído muchas veces y sobre ello hay muchas historias: el famoso Eureka de Arquímedes, el «comienza el juego» de Sherlock Holmes, y sin embargo el proceso pocas veces se desarrolla así. Es más, somos poco conscientes de como hemos llegado hasta ahí. Lo normal es un camino jalonado de pequeños errores y aciertos, hasta que aparece «la gran idea”.

Al principio es muy importante que experimentes todo lo que puedas, que acalles a ese «censor» que todos llevamos dentro y que no hace más que frenar y entorpecer el proceso creativo. Y es que cada vez menos los científicos creen en el «efecto Eureka». No es que no exista, que sí que existe, sino que detrás de él se esconde todo un desarrollo cognitivo en el que se resuelven procesos muy complejos.

 

4. Primero elaborar, después meter en el horno

Aquí comienza tu verdadera prueba de fuego. Te darás cuenta en seguida que es más fácil tener ideas que llevarlas a la practica. Incluso esa idea genial, que sobre el papel ha quedado para enmarcarla, encuentra muchas dificultades de realización.

Aquí vas a necesitar paciencia y constancia, pero también la capacidad de reconocer los errores y seguir adelante. Tienes que aprender a desechar, a tomar distancia de aquellos proyectos desastrosos. Esta es quizás la fase más difícil dentro del proceso creativo pues supone tirar a la papelera nuestra idea y comenzar de nuevo. O lo que es lo mismo se nos quema en el horno.

Sabes que hay masas que cuando entran en el horno no suben. Quizás porque no ha habido una buena fermentación o se nos olvidó la levadura, la harina no era la adecuada… Hay que aprender a desechar aquellas ideas que no lleguen a «subir», es un ejercicio difícil, pues a veces nos empeñados, invirtiendo un coste innecesario de tiempo y dinero, en algo que no funciona.

Saber dejar de lado aquello que no funciona es un arte. Yo lo comparo con limpiar la mesa y dejarla preparada para comenzar un nuevo proyecto. Donde la papelera es tu mejor aliada, el abismo donde desaparce aquello que ya no es nuestro. Hay una papelera mental que limpia de ideas que ya no son útiles y prepara el sitio para que aparezcan nuevas.

Pero si la masa sube, y del horno sale un delicioso pastel, dorado, oliendo a masa recién hecha, tu proyecto ya ha cobrado vida. Ahora toca adornarlo y presentarlo. No creas que ya estas a salvo, muchos buenos proyectos acaban en el cajón por no saberlos vender, por no contar con una buena puesta en escena. Pues como dice un refrán Asturiano: puede más el ojo que el estómago.

 

5. Enamorarnos de nuestras ideas

Entramos en la fase final de todo proyecto: la evaluación crítica. Ya de entrada el nombre pone los pelos de punta. Se trata de comprobar si nuestra idea cala en otros, si les llega como a tí. Las ideas novedosas a menudo lo tienen difícil. Aún así conseguir que una idea cale es un proceso social y no creativo. Por ello es necesario que a la hora de evaluarla te rodees de personas de confianza, y que puedas separar lo que es la crítica en el plano técnico y en el personal. Si tu proyecto es aceptado enhorabuena, tendrás no solo la aprobación de tu cliente, también la satisfacción personal del trabajo creativo.

Por último ten siempre presente que en algunas ocasiones esta crítica te puede llevar a volver a recomenzar el proyecto en uno de los puntos anteriores. Para tu consuelo recordarte que el reloj se descubrió en el siglo XIII en china y quedó relegado al olvido por su falta de uso, hasta que unos misioneros lo redescubrieran doscientos años más tarde.

Para terminar me gustaría saber ¿Que fases aplicas en tu día a día a la hora de desarrollar un proyecto?

 

 

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