Es curioso, a veces pensamos que no hay relevo. Que no puede aparecer otro «crack» más, además de los que ya hay. Sin embargo el motivo de esta preocupación esconde algo bien distinto a lo que a priori pudiera parecer y si esta pregunta has llegado ha hacértela corres un grave peligro.

Aristóteles decía que el hombre es un animal social. De hecho la risa no es más que un grito domesticado.

Nuestro comportamiento tiene mucho de gregario, respondiendo precisamente a impulsos tan instintivos como aumentar nuestra seguridad y beneficiarnos del trabajo en comunidad.

Pero en el hombre moderno, en el que muchos de los instintos primarios de supervivencia han quedado relegados, aunque no eliminados, ha aparecido un nuevo modus vivendi, tan nocivo para su desarrollo como individuo, que son numerosas las voces que han empezado a alertar de ello.

Se trata del “acomodamiento” esa patología del mundo moderno que atrofia el instinto y debilita la voluntad humana.

Sufrimos cuando nos rechazan. Pataleamos cuando no nos aceptan en el grupo. Pero una vez dentro una extraña morriña nos emponzoña y embriaga con el dulzor de lo conocido, de lo habitual, de lo de siempre.

Tan grato nos resulta ver las misma caras todos los días que apenas si echamos de menos la brisa fresca de las nuevas relaciones. El descubrimiento de nuevos compañeros, de nuevos profesionales.

De modo que el circulo se estrecha, el miedo a lo extraño lo hemos evitado desarrollando la rutina. Andando por las mismas calles, comiendo en el mismo bar, paseando por el mismo trozo de acera.

Y como nosotros, otros han hecho lo mismo. Hacemos concursos, para la gente de nuestro círculo. Creamos listas de los top 10 de nuestros compañeros. Y de esta forma perpetuamos la rutina acomodaticia que poco a poco va empobreciendo nuestra visión del mundo.

 

El círculo

A menos que acabes de llegar, si llevas algunos años en el mundo digital ya te habrás percatado de que existen grupos, círculos, amigos del “me gusta” y simpatizantes del “Te sigo, si me sigues”.

Joaquín Sabina lo había cantado años atrás: “Trotamundos fantasmas, especialistas en nada, inventores del TBO, genios del diseño, escritores que no escriben, directores que no ruedan, mercachifles del vacío total…” Un visionario este Sabina.

Si hace tan solo 10 años te hubieran insinuado que te subieras a un taburete y mantuvieras el equilibrio con una sola pierna, mientras otro toca el organillo al lado tuyo, para conseguir audiencia. Creo que lo último que le hubieras llamado sería bonito.

Sin embargo hoy, hay videoblog de “profesionales” de internet, que les falta poco para rayar en la locura. Y aunque se empeñen, cuando se le entrevista, en decir que «el mundo es así», se les olvida apuntar que el mundo lo hemos construido nosotros.

Las conductas se copian, se emulan, la estupidez se propaga y la ignorancia también. Sin embargo el genio es algo que por desgracia ni siquiera se contagia.

 

«Si te dan un papel pautado, escribe por detrás»
Juan Ramón Jiménez (1881-1958)

 

¿No te has preguntado alguna vez porqué se repiten los mismos profesionales en los eventos? En seguida te van a contestar lo de siempre: son los mejores. Déjame que te haga una pregunta ¿sabrías decirme quién es el Social Media Manager español más valorado en análisis de mercados? O  ¿el responsable de la empresa española líder en el análisis de Twitter Audience?

Y así podría seguir con una lista interminable. Porque lo creas o no más allá del «circulo» hay vida.

No es la primera vez que me alegro de descubrir magníficos profesionales fuera de mi circulo, si es que pertenezco a alguno. Responsables de empresas, o al cargo de cuentas importantes. Son silenciosos, pasan casi desapercibidos hasta que alguno de nosotros lo descubrimos y lo sacamos a la palestra.

 

El laberinto de espejos

Y lo que observo a menudo es lo más parecido a pequeños circos mediáticos. Con sus trapecistas, domadores y payasos. «Nubes» de azúcar y monstruos de tres cabezas. Aunque la atracción estrella de la feria y que más parecido puede tener con este mundo digital es el «laberinto de espejos».

Egos hinchados, habilidades enjutas, rostros sin nombre, soledades invisibles… Todo un corolario de atributos que hacen de nuestra «ventana al mundo» una divertida atracción de feria. Divertida y triste.

¿Te acuerdas de aquella película de finales de los 90 «El Show de Truman» protagonizada por Jim Carrey y Ed Harris? Pues creo que es una metáfora perfecta de la vida en las redes sociales. ¿Recuerdas aquella sensación que tiene el protagonista de ver las mismas caras un día y otro y nunca cambian? Pues si esta sensación has empezado a tenerla, estas en peligro.

 

Depresión endogámica

Cuando el «circulo» se auto abastece, cuando las relaciones envilecen por la falta de aporte de savia nueva, ha llegado el momento de cambiar, de abrirse, y no me refiero al significado coloquial de esta palabra. En la naturaleza cuando un sistema no tiene aporte de genes nuevos se denomina endogamia. Y generalmente, esto conduce a una disminución de la aptitud de la población, que se llama depresión endogámica.

Si has empezado a tener esa sensación ha llegado el momento de que te asomes al borde, de que te atrevas a ir más allá de los focos, para descubrir que esto no es más que un show.

¿Y que puedes hacer ahora? Pues seguir. Pero con la diferencia de que ahora sabes «esto» que es. Ahora puedes mirar con otros ojos a aquellos que todavía no han descubierto el telón de fondo. Y también vigilar muy de cerca a los que conociendo el secreto mantienen el «laberinto de espejos» para su propio beneficio.

 

La cojera digital

Tenemos a nuestro alcance una de las mejores herramientas de conocimiento, comunicación y de relación que el hombre ha tenido nunca. No tienes una «ventana al mundo» tienes una ventana al universo. No perpetúes la visión estrecha y endogámica de las redes sociales. Trabaja por hacer que otros crezcan.

Byung-Chul lo expresaba así: «Cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra convivencia. Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis actual.»

No soy partidario de demonizar un medio, ni una herramienta. Todo lo contrario. Pero si trabajar por un buen uso. Por mantener la cabeza despejada y diferenciar muy bien lo que es, de lo que quieren que sea.

 

La libertad más difícil de conservar es la de equivocarse
Morris West (1916-1999) Escritor australiano.

 

 

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